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¡Hagamos caso de la @policía!

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Las redes sociales son las plazas públicas de un mundo digital cada vez más importante en nuestras vidas. Hablamos sobre ello en los artículos que encontrará relacionados al pie y en esta presentación.

Como espacios de relación, tienen un protagonismo creciente en la gestión cultural: nuestra misión en un proyecto cultural es la construcción y dinamización de las relaciones con una comunidad que queremos hacer crecer. De ahí que los proyectos culturales sean mayoritariamente presentes en las redes sociales y que las inunden de contenidos.

Pero pocos proyectos culturales tienen claro qué hacer y por qué están ahí. Tras una primera fase de «estar allí», pasamos a la fase en la que queremos saber qué resultado nos aporta el trabajo (cada vez más voluminosa) que le dedicamos.

Si analizamos con espíritu crítico el contenido habitual en las redes, hay una conclusión clara: la mayor parte de lo que se publica desde la cultura es más interesado que interesante. La cultura utiliza las redes como un nuevo medio de difusión y no como un medio de relación. Así, los proyectos acumulan seguidores pero crean poco engagement (poco compromiso o interés), y el potencial de las redes no se manifiesta en resultados.

Encontramos excepciones. Como los grupos de música que han encontrado en las redes un vehículo ideal para la relación con el fan. En estos casos se ve muy claramente qué hacer en las redes, y su regreso es evidente. Un grupo con una comunidad comprometida puede llegar a organizar y hacer posible un concierto sólo con las redes. Detrás de estos casos encontramos, muchas veces, alguien del grupo que sabe cómo relacionarse con el fan y aprovecha las plataformas para hacerlo. Estaríamos en muchos casos ante personas innatamente capacitadas para relacionarse con los demás, también en el entorno digital. Serían community managers naturales.

A los proyectos de difusión cultural transversales y con comunidades de comunidades diversas, la práctica es un poco más compleja, pero la filosofía debería ser la misma. Necesitamos de un gestor de comunidades: alguien que nos representa en la plaza pública digital y sabe cómo detectar intereses, inspirar, emocionar, sorprender, aprender y relacionarse con los demás desde nuestro proyecto. Hay que aprender pocas herramientas y metodologías, y se necesitan sobre todo habilidades relacionales.

Uno de los mejores ejemplos de community manager que conozco es la @policía. Sí, la @policía española. Y no es una opinión: detrás del Twitter de policía hay un gran profesional capaz de construir una comunidad de más de 700.000 followers (la segunda fuerza de seguridad pública con más seguidores del planeta, detrás del @FBIPressOffice con todo su cine y series). Un gran ejemplo:

tuit policia 1

En esta caso el community manager prioriza su comunidad y que su contenido sea útil, dejando de lado la corrección política habitual y en un tono cercano, real, auténtico.

El tuit desapareció horas después. Dentro de la organización algún mando no estaría de acuerdo con este artículo. No terminó de entender (en mi opinión) cuál debe ser el sentido del Twitter de la @policía.

Con la imagen que encabeza este artículo celebraron pasar del seguidor 700.000. Contenido de interés para la comunidad y originalidad, no exenta de la capacidad para sorprender y demostrar sentido del humor (un sentido del humor muy «pop», en el caso de esta imagen).

Un buen ejemplo en cultura lo podemos encontrar también en @filmin. Destacaría sobre todo la coherencia de su contenido: hay un relato coherente y centrado en el usuario amante del cine que construyen el blog, en las redes y los mails. Su información no es sólo interesada, también es interesante. La comunidad de @filmin no son sólo sus suscriptores, son los amantes del buen cine, y una parte de ellos se convierten en clientes. Quizás el primer contacto y la credibilidad del proyecto se va construyendo a las redes: saben que hacer y los resultados llegan.

En cultura serían esperables más ejemplos. Somos creadores y originales, crear contenido es un trabajo muy natural para un gestor cultural. Intentamos aprender de estos buenos ejemplos.

Está mal que lo digamos nosotros, pero en Teknecultura estamos satisfechos del trabajo que hacemos por y con los clientes que confían en nosotros la gestión de contenidos sociales 😉

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